Que levante la mano la persona que nunca, jamás, por jamás de los jamases, se tiró al sofá a eso de las nueve de la noche y mientras pensaba eso de «por fin me siento hoy» se daba cuenta de que se estaba sentando encima de las que, hasta entonces, eran sus gafas.
Esta es la historia de Ana. Pero también la de Antonio, la de Juan y la de Tamara. Si me apuras, quizás también sea la tuya. O mejor dicho, lo era… Porque ahora acabas de descubrir BFlex. Y claro, eso ya lo cambia todo.